abril 14, 2009

El dolor no espera...

Mi vida está algo loca... mis rutinas están descontinuadas ante la ausencia de mi madre que cuida a mi Emy para que yo pueda venir a trabajar... El trabajo está algo lento, porque no voy mucho (bien por los trabajos sin horario)... mis incursiones virtuales idem, porque no hay internet en casita (economía de guerra... o de crisis....) Y aún cuando pareciera que estoy en una especie de "descanso obligado" la vida se encarga de impedirnos descansar.

Parece que se vuelve costumbre en mi familia esto de "estar en crisis". Si no es mi papá que entra en una crisis post atracón etílico, algo más ocurre... es sólo que las otras crisis resultan menos anecdóticas que las de mi padre... y más dolorosas.

De niña aprendí que al dolor es mejor hacerle frente: es preferible un dolor grande, pero que acaba pronto a uno pequeño, pero constante y que no termina nunca... Eso es lo que pasa cuando no enfrentamos las cosas por miedo al dolor.

Pero el miedo nos congela, nos hace aceptar cosas que de otra forma jamás aceptaríamos... y el miedo al dolor es uno de los más invalidantes. Ejemplos puedo dar muchos, pero el caso es que la vida nos esconde giros inesperados y el dolor aguarda a la vuelta de la esquina... a veces no queremos mirarle la cara... pero no nos queda otra... Así lo veo hoy, mientras parte de mi familia mira al dolor a la cara armada de un coraje que parece cobardía, con una fragilidad que esconde aplomo y que nos obliga a replantearnos las cosas...

Como seres humanos vivimos insertos en una sociedad donde el dolor es parte de las cosas cotidianas. Es tal el grado de violencia que enfrentamos que aprendimos a vivir con ese dolor constante que nos causan las permantentes embestidas de este sistema violento... como una astillita en nuestro dedo que de tanto estar ahí ya no parece molestar... nos acostumbramos a ella...

Nosotras (mis hermanas y yo) venimos de una familia profundamente maltratada... como dice mi hermana, tengo la esperanza de que nos alcance la vida para reconciliarnos unos con otros. Lo impresionante es cómo ese mismo dolor lo hemos tomado de formas tan diferentes y que hemos hecho con él dentro de nuestros corazones. La capacidad de resilencia en cada individuo es tan diferente...

Mi hermana mayor, a pesar de las dificultades, sigue adelante con alegría. es optimista. Me gusta pensar que me paresco mucho a ella e intento ser optimista también. Mis hermanas "las del medio" no pueden hacer lo mismo. Tanto dolor les caló tan hondo que dejó un orificio, un abismo, un espacio ahí donde va el alma e intenta llenarlo como sea.

Y aún así, se atreven a hacerle frente al dolor, a mirarle a la cara, muertas de miedo, pero dignas, siempre dignas. Yo no tengo muchas oportunidades de decirlo, pero en realidad admiro a cada una de mis hermanas porque han sido capaces de vivir vidas buenas con muy poca materia prima. No nos tocó un camino acolchado, pero hacemos lo mejor que podemos para hacerlo una senda buena de recorrer.

Y puede parecer un poco triste lo que escribo. Quizás estoy algo triste, bastante preocupada, un poco abismada, desorientada... ya tendré tiempo de aclarar las cosas... la vida siempre entrega, al final, sonrisas a quienes quieran soreir...