marzo 19, 2009

Herencias familiares...

Estaba conversando con mi hermana, quien por estos días pasa un mal momento con la enfermedad de moda, o sea, anda medio depre. Ella me hizo un comentario de otra conversación que durante el verano tuvo con nuestra prima de Rancagua. Allí mi prima sentenció: debes aprender a vivir con el karma de las mujeres de nuestra familia, la envidia.

Nunca me he sentido tan fabulosa, y sin embargo, creo que mi primis tienen un dejo de razón. La gente suele envidiar a otros con mucha frecuencia. Mi hermana dice que no es que nosotras atraigamos la envidia, lo que pasa es que como no somos envidiosas, no logramos ver la vida desde esa perspectiva. Esa es su hipótesis.

Yo digo que se trata de otra cosa. Cómo estamos agradecidas de la vida, eso se proyecta. Entonces, no importa cuantos problemas tengamos, siempre sentimos que estamos bien y somos un poquito felices. Eso hace que la gente envidiosa ponga más atención en personajes como las mujeres de mi familia.

Es que envidiosos hay en todas partes. Esos que te odian a muerte porque encontraste una chaqueta linda en liquidación... desean haber sido ellos quienes encontraran la chaqueta, aunque no pudiesen comprarla o no les entrara por ningún lado. Estos pensamientos me evocan un instante en mi vida, cuando era muy chica... Octavo Básico, tuve que ir en la tarde a la escuela, al grupo de Primera Comunión. Me puse una minifalda negra muy bonita que mi mamá me había traído de Rancagua. Todos me dijeron que se me veía muy bonita (es que todavía tengo lindas piernas, dice Rodrigo, mi amante concubino). Todos menos una niña que dijo: me gusta el negro, pero sólo como se ve en mí. Era ella un pichitún más gordita que yo, pero de piernitas cortas... no usaba faldas por eso... Hoy entiendo todo... SE MORÍA DE ENVIDIA, ESTABA PICADA, MUY PICADA, en especial porque el niño que a ella le gustaba también había encontrado linda mi falda.

No me acuerdo del nombre de la niña, pero tenía una hermana bien bonita y bastante más flaca que ella. Su vida tiene que haber sido una constante de envidias y odio a las demás... es triste ser envidioso, porque vives deseando lo que los demás tienen y no ves lo bueno que tienes tú.

Mi amiga Ponini tiene un blog e hizo una apología a los copuchetos. Yo concuerdo con ella, pero creo que, tal como escribí en su blog, todos tenemos un poco de copuchentos, así como tenemos un poco de envidiosos. Yo soy un poquito envidiosa, pero de cosas un poco raras. Envidio a las personas que son perseverantes, porque no me considero una de ellas. En general me siento alegre por las cosas buenas que le pasan a otros, pero envidio las capacidades que veo en otros y que sé que no tengo.

Por ejemplo, envidio a los escritores, porque quisiera tener un libro publicado y que todos lo leyeran, que me entrevistaran en los diarios y la gente supiera que escribo... y que no lo hago tan mal. Pero como no me resulta, entonces escribo en este blog a ver si alguien lo lee. A veces alguien desconocido me dice que escribo bien. Supongo que alguna vez publicaré un libro. Mientras tanto moriré de envidia, ja ja ja...

2 Comments:

Blogger ConiCona said...

jajaja buena ...yo creo en algun momento todos sentimos envidia,sea por lo ke sea. la gracia es controlarse... tampoco vamos a tener ke hacer una escenita para que todos vean lo envidiosas que somos... y como el comercial de sprite " la envidia sana no existe" jajaja

saludooos!

11:01 p.m.  
Blogger Chumbequita Chang said...

querida gisela que alegria encontrar tu blog y sabes?? la envidia es parte de la esencia de los seres humanos, pero... eso de escribir un libro y envidiar a los escritores no lo veas como envidia, si no mas bien como el impulso a seguir escribiendo...

muchos besos... agregame y nos estamos leyendo...

que las palabras fluyan que el alma hable...


muak

julia!

5:52 p.m.  

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