No se lo digas a nadie...
Hace ya muchos años que leí el libro de Bayly... todavía pocos lo conocían en Chile y yo -de paseo por Arequipa con el entonces "amor de mi vida"-, a mis 18 años recibí en calidad de préstamo mientras durara mi estadía en Perú el libro.
Pero no es de eso de lo que quiero hablar. Es que el título de Bayly es tan sugerente, tan parecido a él... No se lo digas a nadie... lo que me lleva a otro desvarío humano tan de moda en estos días: el rumor.
Mientras estudiaba Periodismo en la UCN dedicamos varias clases de Ética y Teoría de la Comunicación a hablar del tema. Uno de los vicios de las comunicaciones. Inaceptable, un directo perjuicio a la objetividad. Sólo hechos concretos, con fuentes que apoyen tus palabras. Eso me dijeron. Creo que lo dijeron sólo a mi y no a todos losperiodistas de farándula que tantos vemos en la tele por estos días.
A mí siempre me ha apasionado esto del rumor. De niña me gustaba jugar al "teléfono", ese donde se hacía una fila larga o un círculo y alguien le decía a otro algo al oído, sólo una vez. Así, sucesivamente, la frase iba pasando de persona en persona, hasta que al final llegaba totalmente deformada. Me encantaba y me causaba profunda risa ver cómo un "Juan y Pedro comen manzana" se convertía en "juan peleo con Pedro porque le comió la colación para su cumpleaños". La aparición de elementos nuevos, la deformación de algunas palabras, la desaparición de otros era algo que me apasionaba, alimentaba mi mente de ideas que se terminaron transformando en este, mi "humor diferente" como dice mi amigo Alberto.
Es que debe ser diferente, prque cuando estaba en la universidad fui víctima de constantes rumores: me casé escondida (un par de veces, si mal no recuerdo), anduve con hombres que ni conocía, escribí cartas inexistentes, aborté hijos (que asumo eran producto de esas relaciones con personas que no conocía), intenté darle un beso a una compañera en la salida de la biblioteca y envié a un ex pololo al siquíatrico. De todas estas afirmaciones, sólo la última tiene algo de verdad, pero en parte. No fui yo quien lo envió a una clínca de reposo. Fue él solito quien se internó, porque se sentía muy triste después que terminamos. Pero eso es otro tema.
El caso es que cuando iba en cuarto año de universidad noté que los rumores sobre mi persona habían disminuido. Al parecer estaban acabándose. Preocupante, pensé, dejar de ser parte de tan importante parte de la vida social. Perdí tantos puntos que ya la gente ni habla de mí. Entonmces me dediqué a lanzar rumores sobre mi misma y a ver cuánto tardaban en regresar a mí que tan deformados venían. Así, una tarde jugando con mi amiga María Isabel (que arrendaba una pieza en mi casa en ese entonces), la tomé de un brazo frente a un grupo grande de alumnos de tercero y le grité: Déjame, si no voy a terminar con mi pololo por tí... Ella, que también tiene un humor diferente, se murió de risa.
Aproximadamente tres meses después mi amigo Omar, sin ninguna vergüenza, me dijo: Me dijeron que eres lesbiana... que terminaste con Fulano (que ya había salido de la clinica para entonces) por la María Isabel... yo pensé que podía ser cierto, porque una vez te vi bailando en una disco Gay.
Analicemos los cambios. Sólo había sido una broma, pero yo ya había engañado a mi primer amor con una mujer (ojo, que con él habíamos terminado hace como dos años), y mantenía una vida oculta con incursiones en la noche homosexual antofagastina. Claro está, si había ido una vez a esa disco, apara un año nuevo, con unos amigos, para conocerla y ver el show de otro amigo. Pero mis visitas asiduas a discos gay no fueron sino hasta varios años después, en el contexto de la Agrupación de VIH a la que pertenecí mucho tiempo.
Este es un ejemplo de cómo las cosas pueden distorcionarse al punto de destruir cimientos bien formados. Grupos de personas que ven en otro a enemigos que no existen, cual Iglesia Católica contra Lutero en plena reforma. Si no lo creen, pregúntenle a mi amigo Javier... él, que conocí hace un año con un grupo de personas que en este último tiempo se han trasnformado en mi círculo social cercano, era muy bien considerado en una agrupación a la que pertenencía. tenía un pequeño puesto de confianza al interior de ese grupo y estaba contento.
Luego el trabajo lo alejó un poco de las reuniones y comenzó la deblacle. Alguien le dijo que una de las chicas había dicho que su hermana era una ordinaria, que ella la conocía de no sé donde y que era una escandalosa. A él, que es un chico aparentemente poco interesado en su familia y muy peleó con su hermana, estos comentarios le parecieron horribles. Digo, una cosa es que uno hable mal de su familia, pero que otros lo hagan es diferente. Ahí, mi amigo Javier cometió un error: en mitad de su enojo dijo al mensajero "y esa que se cree, si yo quisiera podría hablar de su hermano y decirles a todos que es goy... y le sé muchas otras".
Comprenderán que el mensajero que lleva esos comentarios no es de los mejores. Se aplica aquí el fenómeno del teléfono, ya que a la chica aquella le llega la frase de Javier totalmente deformasa: "amenazó a tu hermano, dijo que iba a ir donde tus papás y les iba a decir que se andaba acostando con todos los hombres de la ciudad" (esta última frase también tiene algo de mi cosecha, pero es la idea)... Resultado: Javier es invitado a abandonar el grupo, lo que hace en un principio. Al tratar de volver, su expulsión definitiva comienza a planearse, so argumento de que es mitómano, amenaza a los directivos, esta un poco desequilibrado y es una pésima influencia para los demás... y él ni se movió de su escritorio.
Otra manifestación más de los desvaríos humanos. Si el mundo está completamente loco. El rumor es, en definitiva, un parásito de nuestras mentes. Vive de nosotros, pero a todos nos gusta un poco... a mí me gusta escuchar los rumores. Es que son una fuente inagotable de buenas historias, llenas de matices, con millones de lados, como un dodecaesdro de cristal por donde la luz pasa y en cada cara emite una luz de color diferente, deforma la realidad de una forma distinta. Son un caleidoscopio de ideas, de dimes y diretes, de argumentos y contra argumentos, de atques y defensas. La manifestación pura de la estrategia humana. La forma en que nos damos cuenta que vivimos en socioedad y que nuestra naturaleza de homosapiens nos obliga repetir lo que otros han dicho...
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