agosto 31, 2006

Temistocles el imprudente

Por favor, no vayan a pensar que escribiré en esta ocasión algo sobre mi gato. No. Es sólo que en la soledad de este viaje se me ocurrió escribir alguna cosa y no encontré mejor título que ese.

Tampoco se trata de que el famoso gato no sea imprudente, porque si lo es: se sube a la cama en los momentos más inoportunos, maulla cuando no tiene que hacerlo y muerde y rasguña cuando se supone que debería dejarse acariciar.

Pero no es lo importante. Lo importante en realidad es que sigo en Santiago, aburrida, porque detesto esta ciudad de mierda. Todos corren, todo huele a smog, la gente te apreta por todas partes y encima se puso a llover y acabo de descubrir que la lluvia ya no tiene el efecto agradable de mi niñez. Me carga. Quiero irme para el norte, a mi Antofagasta querida, donde los cerros pelados me acompañan en mis soledades.

Digo, nada tiene de malo aceptar que a mis 20 y 10 a veces me gusta estar sola. Mis personalidades múltiples se han vuelto bastante autistas... y me gustan así. De pronto resulta bueno esto de volverse autista a voluntad, en especial cuando sabes que tu interlocutor carece de las capacidades o de las voluntades para entender tu mensaje. Y eso suele ser bastante seguido.

Hace unos días les expliqué que mi complejo de invisibilidad se ubicaba en el lóbulo izquierdo de los otros que de pronto no me ven. Mi hipótesis es que muchas de las taras mentales de los individuos en realidad se ubican en inconsiente colectivo de nuestra sociedad estigmatizadora e inconsecuente. Vivo inserta en una sociedad postmoderna que me invisibiliza y me enmudece. Por suerte, tengo la sufieciente cantidad de personalidades múltiples para superar todos los complejos de invisibilidad y los procesos de mudismo a los que me enfrento diariamente.

Aquí en Santiago llueve profusamente. En Antofagasta llovió con igual fuerza. Supongo que en el sur también lloverá mañana... Lo único importante es que no importa cuanta agua cae, lo importante es que seguiré invisible en muchas ocasiones de mi existencia y que Temistocles seguirá siendo imprudente y cada día más gordo. Y que cada día, mientras esté lejos de casa, se me fraccionarán más las personalidades de puro extrañar a mi Rodris... y que seguiré teniendo 20 y 10 por un año más... y que ya no me quedan más palabras por escribir hoy...

Mía