agosto 01, 2006

El agua apaga el fuego y al ardor los años

La frase es el inicio de una de las estrofas de una de las canciones de Sabina que tanto me gustan... "Amor se llama el juego" versa el título y continúa con algo así como "amor se llama el juego en el que un para de ciegos juegan a hacerse daño"...

No sé si es la canción, mis nuevas y renovadas energías para reescribir este blog, pero luego y me he puesto a pensar que a un año de vivir con Rodrigo y más de dos de una relación en principio tormentosa y luego bastante reposada, siento que tengo suerte de haber encontrado a alguien que me aguanta y a quien tengo la paciencia de aguantar... llevado a una expresión mínima...

Será que cada uno de nosotros tiene especiales y únicas formas de relacionarse con el otro. Algunos encontramos complementos, otros, por el contrario, encuentran medias naranjas... siempre pensé que dos mitades, en este tema, no hacen un entero, sino dos mitades jugando a ser una fruta...
El agua apaga al fuego y al ardor los años... amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño... y cada vez peor y vez mas rotos... y cada vez más tú y cada vez más yo sin rastro de nosotros... Dice Sabina para describir eso que llamamos amor...

Poética visión de rompimientos dolorosos, de esos que son más del 90% de las relaciones que emprendemos... poética perspectiva de las masoquistas visiones de vida que todos tuvimos alguna vez... Yo recuerdo alguna historia así en mi vida, de esas que a pesar de saber que me hacían pésimo, lanzábame a la aventura eternamente por mero hedonismo o por placer sexual, en montón de ocasiones...

En fin, supongo que a pesar de lo tremendamente sexista que resulte el comentario, hay mujeres a las que les gusta que las hagan sufrir… si no, como se explica que después de que los pololos las tratan pésimo, ellas corren detrás de ellos cuando las llaman a las 12 de la noche, como una cenicienta modernísima… y no se trata de criticar: todos alguna vez caímos en esos juegos y que ahora tengamos la suerte de estar fuera de ese tablero no nos libra de culpa alguna…

Y supongo también que algo de masoquismo deben tener esas relaciones para los hombres también, que a pesar de sentir que no pueden superar sus propias trancas, no logran detener esos ímpetus y reinciden a pesar de estar certeramente convencidos de que sus inseguridades son en verdad pilares de una personalidad atrayente y supercalifragilisticaespialidosa…

Y todo porque las payasada de Sabina ya no provocan las ganas de reír de alguna fémina casi tan irreal como las imágenes de todos los que escribimos en estos diarios virtuales… Porque no importa cuanto daños nos hagamos unos a otros, es parte de nuestras inocencias... no soy yo ni tú ni nadie, son los dedos miserables que le dan cuerda a este reloj que llamamos vida...

Mía