julio 26, 2011

Le guaje humano, lenguaje divino

Mi hermana está muy enferma... tanto, que hemos pasado unos días muy malos y todavía no nos queda claro si sale o no de esta... Aunque yo sé que ella estará bien, lo que no es la causa de esta nota.
La experiencia de tener un familiar así, tan enfermo, nos permite acercarnos un poco al lenguaje divino, como yo le digo. ¿Han oído alguna vez la forma en que los médicos le explican a los familiares lo que le ocurre a esa persona a la que tanto quieren y que, en el momento, está llena de tubitos y maquinitas que suenan raro?: "El paciente está estable dentro de su gravedad, esperamos que evolucione de manera positiva, ya que le estamos aplicando drogas vasoconstrictoras que le permiten mantener la enfermedad sin evolución negativa"... y ahí uno lo mira con cara de pregunta, como esperando que alguien se apiade de nuestros oídos y lo traduzca del lenguaje divino al lenguaje humano.
Poco les costaría decirle a uno que está mal, que sigue igual de enferma que la última vez que preguntamos, que hacen todo lo posible y que más mal no se va a poner, así que sólo queda esperar que se mejore, lo que es super relativo, porque el tiempo depende de cada persona.
A veces los doctores se olvidan que ese al que le ponen y le sacan los tubitos, que abren y cierran como un estuche, que le toman la presión y le revisan los signos vitales, es una persona, que un par de días atrás estaba de lo más bien paseando con su familia y programando una salida a quien sabe qué lugar. El problema con la medicina moderna es que tanto conocimiento del cuerpo humano lejos de hacerlos más inteligentes ha deshumanizado a muchos médicos.
Más de alguien se encontró en su vida con un "diostos", esos que creen que porque estudiaron dos o tres años más que el resto de las profesiones y porque se saben la ubicación del músculo esternocleidomastoídeo (yo también sé donde está y no soy "dostora"), deben recibir la pleitesía del resto de los mortales: tratan mal a los pacientes, los dan de alta cuando se les da la gana y no cuando están sanos, no explican nunca lo que pasa, lo hacen esperar a uno por horas en sus consultas particulares y, encima de todo, cuando llegan hacen pasar primero a sus amigos.
Claro que también hay otros bastante ubicados que atienden bien, hablan en idioma humano, llegan a la hora y lo tratan a uno como persona y no como paciente, así como si ser "paciente" significara que debes exceder los límites de la paciencia humana, porque estás enfermo.
A mi eso de la "evolución del paciente" es lo que me causa más imágenes irrisorias en mi cabeza. Es que me imagino a Gandhi (el máximo valuarte de la paciencia, según yo) sentado, meditanto y de prono evoluciona igual que un pokemón y se trasnforma en Super Gandhi, capás de esperar 100 mil años para que alguien le atienda del lumbago contraído por su constante pose de meditación.
Luego está eso de "estable en su gravedad", o sea, sigue igual, estancado en la enfermedad y sintiéndose tan mal como al principio. Ya quisiera uno tener un diccionario que incluyera todos los términos raros de los doctores, que de paso viniera con un par de cápsulas de humanización, que una pudiera lanzarle a los pies para que por 10 minutos entendiera uno todo lo que pasa y todo lo que el doctor dice, así como un comodín de las cartas, que siempre ayudan a ganar el juego en el momento más oportuno.
Pero esas cosas no pasán y por ahora queda seguir tratando de entender el lenguaje divino. En el mejor de los casos, tener un familiar que haya estudiado al del área de la salud, para que le traduzca a una. Qué más podría hacerse, en todo caso.