Ahora que cambiamos...
Yo no sé de aprehensiones. Sé que las he sentido, pero no sé de dejarme manipular por ellas. Y últimamente sé de deshacerme de aprehensiones. Es que hay cosas que terminan por cambiarla a una. Procesos que a veces se dan con rapidez, y otras, que son lentos e imperceptibles, pero que una vez terminados generan toda una metamorfosis imposible de revertir.
Yo sé que he cambiado. Me doy cuenta cada mañana cuando me levanto y pienso en mi día. Y no se ve como antes, aunque son las mismas actividades de antes. Fue un cambio lento, apresurado por la borágine de mi vida en los últimos tres meses. Sin duda alguna el jugar a ser candidata me hizo transmutar.
Lo peor es que no extraño ni un poquito a esa otra yo. Más inocente ella, menos desconfiada. Y no a extraño nada de nada. Menos resuelta, bastante más tímida. Y no la extraño ni siquiera un poquitín.
Es más, hoy tengo la certeza de la necesidad de ampliar este cambio a mi entorno. Es que cuando una cambia no pude seguir inserto en el mismo mundo. O tu entorno cambia contigo o cambias al entorno. Con los niños no es dificil, ellos se adaptan bien a los cambios. Con el resto del entorno se vuelve más complejo. En algunos casos he decidido, de golpe y porrazo, cambiarlos por elementos que aporten más a mi vida. En otros, hago el intento por ayudarles a adaptarse al cambio.
En este lado de mi vida hay nuevos roles, nuevas caras, nuevos desafíos. Los tomo con humor, con alegría, con fuerza, con paz.
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