marzo 23, 2015

La Política del Conflicto

Vivimos en el mundo del conflicto. Nos movenos, nos relacionamos, interactuamos en torno al conflicto.

El conflicto ha calado tan hondo en nuestra sociedad, que se ha transformado en política pública. Y lo hemos vivenciado en este periplo por conseguir justicia para nuestros hijos contaminados.

Es esta obligación de obtener respuestas no sobre la base de la negociación o de las conversaciones, sino producto de acciones de conflicto. Nuestros gobiernos, sin importar su tendencia política, nos han obligado a movilizarnos por medio del conflicto para obtener aquello que nos deberían entregar por derecho.

Es más, se premia y privilegia a aquel que se organiza mejor para generar un conflicto que traiga beneficios sociales. Tocopilla es el claro ejemplo de ello: ciudad movilizada, capaz de detener procesos productivos al tomarse calles a través de la violencia, ha sido la única vía por la que efectivamente han conseguido lo que la ciudad necesita. Antes intentaron la vía formal, la conversación, la negociación, los conductos regulares. Pero seguían con un hospital sin médicos, con una ciudad contaminada hasta el cansancio por termoeléctricas y pagando la electricidad más cara de Chile.

Nuestras instituciones han validado el conflicto como la única herramienta de poder de los ciudadanos para tener una negociación efectiva: si logras sacar gente a la calle capás de mantenerse ahí por días, semanas y meses, entonces esos líderes sociales estarán en posición de sentarse a negociar con el gobierno de turno. Antes de eso, nada.

Ejemplos hay muchos: Calama, Tocopilla, Caimanes, Magallanes... y podriamos seguir nombrando: en un país donde el violentar al ciudadano se volvió una costumbre no queda más que salir a tomarse las calles, gritar con fuerza y pelear a punta de piedras, rallados y quema de neumático eso que la Constitución se supone asegura a cada uno por el simple hecho de ser ciudadano.

Y el caso es que ya ni eso somos hoy. Los ciudadanos reales no viven en las poblaciones ni son parte de una "clase media productiva". No señores. Nosotros somos sólo la masa manipulable que sirve para definir que verdadero ciudadano ocupará algún escaño en la "clase política emergente". Somos individuos alienados por la televisión, por una educación mediocre, encerrados en casa por el temor a la delincuencia, todos factores hábilmente manipulados por esa clase política empresarial que requiere de votos y de mano de obra barata.

Nos embrutecieron y nosotros nos volvimos brutos, esclavos de la cuota  a fin de mes para conseguir todas esas superficialidades que nos venden en las diferentes pantallas de tv y on line. Pero podemos decir On Line. No somos más que el modelo salitrero en grande, en su máxima expresión, donde el dueño de todo nos hace trabajar para él, nos paga con ficha y luego nos vende en su pulperia para que vuelvan a sus manos las mismas fichas con las que nos pagó, quintuplicadas por ganancias e intereses.

Y lo hacemos bien. Y los que nos atrevimos a ser diferentes, pagamos nuestro precio. Esto es como la Matrix, sólo que nadie nos dió a elegir el color de la pastilla a tomar. Por alguna razón, algunos entendimos este proceso allí donde la mayoría elige no ver. Somos los tuertos en un país de ciegos, pero somos tuertos, mudos, mancos y cojos. No podemos hacer nada además de observar. Bueno, podemos observar y finalmente, entrar en la dinámica del conflicto.

Santa Indignación

No somos violentos. No somos reaccionarios. Ni siquiera se trata de defendernos. En un mundo donde hemos sido golpeados y violentados tantas veces, es ahí donde desde lo más sagrado de nuestro interior, surge ese enojo tan primigenio que se vuelve un grito desesperado.

Y estuve pensando. Siempre he pensado que debemos tener paciencia, que los cambios son procesos y los procesos son largos. Lo importande es sembrar el germen. Que en algún momento despertaremos, porque seremos demasiados los que vemos la violencia económica a la que nos someten.

Y hoy veo este norte levantado. Por defender la tierra. ¿Se dan cuenta? No somos muy diferentes a esos guerreros que en Quitor le hicieron frente a esos hombres sobre animales extraños y cubiertos de armaduras brillantes. Y Arica se levanta. Iquique se levanta. Tocopilla se levanta. Calama se levanta. Y finalmente, el mas duro de los bastiones, el más envenenado de todos, Antofagasta se levanta.

Escuchaba hace poco a un pescador que lo decía: Antofagasta está envenenada. No sólo por la contaminación en el aire, en la tierra y en el mar. Corrompieron nuestras almas con migajas, a punta de darle a unos pocos unos bonos de ensueño, que hoy nos obligan a todos a pagar arriendos de ricos, vivir congestionados de vehículos, pagar por nuestros alimentos como si fuesen importados desde Ucrania y aceptar sin miramientos que nuestros hijos estén contaminados, que sus caritas hermosas se tiñan de la violencia propia de los contaminados por plomo, y que sus gargantas se silencien en la adolescencia producto del cáncer. Antofagasta tiene niños de 14 años con cáncer al esófago, producto de la contaminación. Y los antofagastino lo hemos aceptado, quien sabe porqué, pues por dinero no es, ese no llega a las casas de los afectados directos por la contaminación.

Y aunque suene a lugar común, hemos sido tan golpeados que estamos indignados. Y nuestras calles se volverán a teñir de negro, pero no del polvo negro de los concentrados: Será el negro del hollín de los neumáticos en las calles, deteniendo las camionetas gigantes de otros igual de contaminados, pero aferrados a la idea de que si puedes pagar la 4x4 todo andará bien, aunque la familia esté en crisis, aunque mi cuerpo este muriendo, aunque mis hijos tengan que doparse para estar en clases y nadie me diga que no es normal su hiperactividad y su falta de atención, que es el resultado de la constante exposición al desecho que los ricos han dejado en mi ciudad, en mi bella ciudad, para aumentar un capital que no necesitan.Y no sólo mis hijos, son los míos, son los tuyos, son los nuestros, son los hijos de Antofagasta.

Acá en Antofagasta conocemos al culpable. Y muchos nos cuestionamos que le habrán hecho a Andrónico los jesuitas del Colegio San Luis para que nos odie de esta manera y su venganza sea contaminarnos con su puerto, con sus trenes, con sus minas, con su agua.

La nuestra es una indignación santa, pues insisto, proviene de lo más sagrado, viene desde el fondo de lo humano. Y el ser humano es, a mi parecer, el más sagrado de los dones. La nuestra no es ni será nunca violencia: es Santa Indignación. Tarde o temprano Antofagasta hablará, y el suyo será un grito desmedido. Cuando esos jóvenes sin esperanza bajen desde los cerros a destruir todo a su paso, no será por gusto, será el resultado de tantos años mirando lo desigual de la repartija y soltarán su rabia sin ideal alguno, salvo la destrucción. Y seguirá siendo Santa Indignación.

Cuando las madres se reunan a gritarle a las "autoridades", cuando los padres resuelvan a golpes lo que no pudieron resolver con negociaciones, cuando sea un contingente de abuelas deteniendo carros lanza agua, no será violencia, seguirá siendo Santa Indignación.

Y cuando sea una masa la que impida que los camiones vuelvan a entrar a Antofagasta, a punta de piedras, fierros y ataques, no será sólo Santa Indignación, será el verdadero triunfo de una ciudad reivindicada.

febrero 03, 2014

No debería y sin embargo, te extraño. Extraño esas conversaciones cotidianas, esas discusiones sobre lo humano y lo divino. Esas historias muchas veces repetidas y que aún sí no cansan. 

Extraño abrir el mail y encontrar esa respuesta ingeniosa. O ese mensaje de preocupación por las varias semanas de no saber de mí. Extraño esa preocupación desinteresada. 

Son ciertas ausencias que hacen que la vida sea un poco más aburrida. O más bien, esos planes algo tontos que hacen que la vida sea vuelva más emocionante.

Y no es que me sepa diferente o especial. No. Sé bien que nada hay de especial en mí, sé bien que no somos un nosotros. No somos más que simples desconocidos que un día decidieron ser amigos.

No pretendo ser más que eso.  Cualquier otro tipo de relación queda de plano totalmente descartada. Y no creo que sea por falta de oportunidad, sino más bien porque no tengo pasta de amante. Eso de saberse a priori abandonada no me viene. Lo mío es saberse única, el centro de un universo personal. Y en ese sentido me queda mejor lo de ser una buena amiga. 

Ya vendrán tiempos de amantes, placeres y aventuras. Pero esos no son los tiempos de ahora. Lo mío, por estos días, es extrañar esa compañía algo lejana que haces, ese espacio que llenas con discusiones sobre filosofía y ciencia. Algo más cercano a amor fraternal, con un muy delimitado campo de acción. 

Mía.

enero 29, 2014

Prohibido prohibir

Tengo prohibición de hablarte. Prohibición de leerte. Prohibición de acercarme. Prohibición de verte, de olerte, de mirarte, de conversarte.

Es decir, tienes prohibición de existencia. Nula y completa existencia que no puede ser parte de mi existencia, lo que deja anulada toda posibilidad de encuentro con Kierkegard y su existencialismo.

Tengo  prohibición de convivencia. Nula y completa posibilidad de vivir experiencias donde pueda ocurrir que, por esas cosas del destino, compartamos oxígeno separados por algo menor a los 3 metros a la redonda.

Prohibición de acercamiento, prohibición de alojamiento, prohibición de conversación, de discusión, de fusión y, ante todo, de pasión. Cualquier tipo de pasión compartida, sea esta de tipo intelectual, emocional o carnal, queda totalmente prohibida en este sistema.

Estricta y compleja, pero simple y severa. La prohibición se asienta tajante, impertérrita, desnuda de compasiones, inquiebrantable. Y resulta algo complicado dejar de pensar que, dada mi naturaleza rebelde e innegablemente subversiva, la prohibición se convertira, sin dejo de duda de por medio, en el más motivante de los desafíos de evadir la prohibición por la sola razón de su existencia.

diciembre 15, 2013

Necesito querer lo que necesito

Lo que queremos no siempre es lo que necesitamos. Yo te quería y, sin embargo, no pareces ser lo que necesito. 

El problema es que no siempre tenemos claro qué necesitamos y qué queremos. Necesito agua para vivir, sin embargo, quiero una copa de vino para saciar mi sed. El caso es que podrías ser mi vino, ser lo que de verdad deseo, pero el vino no quita la sed, sólo embriaga y nubla la mente, pero no es vital para una existencia plena. 

A mí me pasa como a todos: no tengo claro lo que quiero y en estos tiempos de cambios, mis deseos se vuelven más nebulosos. Mis necesidades parecen estar un poco más claras, aunque también son bastante difusas. 

Como muchos, quisiera tener un oráculo que me dijese cual camino es el correcto, qué decisión me llevará a buen puerto. Pero últimamente no creo en nada, así que de oráculos ni hablar. 

Estoy desorientada, perdida, desviada, extraviada. Y las cosas que antes servían como conexión al mundo, como cable a tierra, esos faroles que parecían guía, hoy están apagados. 

Alguien me dijo una vez que era imposible no creen en nada. Y sin embargo, hoy siento que es imposible creer en algo. Mis viejas creencias descansan arrinconadas en algún recoveco de mi cerebro, sin esperanzas de ser rescatadas de ahí.

Un año de desencuentros, de sorpresas, de descubrimientos, de reencuentros. Así ha sido mi vida y tanta vorágine trajo consigo consecuencias. No sólo sé que te quiero, sino que no concibo la vida sin tí a mi lado, y sin embargo, no tengo claro si eres lo que necesito para la vida plena. 

Podría reptar, vegetar, subsistir, sobrevivir. Mantener una vida plana durante el tiempo necesario, dejar secar la alegría de vivir mientras sólo me dejo llevar. Apagarme lentamente, imperceptible, hasta llegar al punto en que no tenga brillo alguno ni nada que entregar. Pero me opongo. Abiertamente opongo resistencia a un destino de ese tipo. Y no importa que deba hacer, a eso si que no sucumbo. 

Mía.

diciembre 07, 2013

Algo más de mí

Y pienso, que algo no debe andar muy bien dentro de mi cabeza, porque los miro ahí, los tres, jugando felices, riendo, contentos, en una tarde de sábado, y son bellos. Tengo una bellísima familia y, sin embargo, hay momentos en que eso no basta.

¿Soy egoísta por eso? Quisiera sentir que ellos pueden llenar todo el universo, pero no es suficiente. Miro por mi ventana y veo un mundo entero que quiero tomar con mis manos, hacer mil cosas por mi misma, un camino recorrido en solitario, una vida en paralelo, donde esos tres maravillosos seres quedan ocultos. 

Es extraño esto de las dimensiones de las personas. Insertos en una sociedad que nos otorga roles y estereotipos, afirmar abiertamente que mis hijos no son el motor que me guía es casi como ofender a la sociedad misma. Pero es así. Mis motivaciones consisten, precisamente, en lograr trascendencia no a través de ellos, sino por mis acciones propias, que no sean ellos mi legado al mundo. Eso es una carga muy complicada para los hijos. Muchos de nuestros padres terminan viviendo sus vidas a través de nosotros, tratando de inspirar en nosotros aquellas cosas que ellos no pudieron hacer. Eso es parte de lo que no quiero. 

No creo que sea malo afirmar que quiero para mi vida más que ser la madre de alguien, la hija de alguien, la esposa de alguien. Hay muchas mujeres que son felices con ese rol y yo admiro de sobremanera su entrega, principalmente porque yo soy incapás de hacerlo. No me basta
Pero los miro ahí, mis dos hijos sonriendo a su padre, y el peso de tantos años oyendo lugares comunes como "todas las mujeres tienen instinto maternal" me cae en los hombros. Y quiero gritar que no, que no es lo mío ser sólo esposa, que no es lo mío ser sólo madre, que soy feliz cuando trabajo y alguien reconoce en mí capacidades que ni yo misma conocía, cuando alguien ve a través de mis ojos y encuentra a esa mujer compleja, diversa y maravillosa que soy.

diciembre 05, 2013

Ahora que cambiamos...

Yo no sé de aprehensiones. Sé que las he sentido, pero no sé de dejarme manipular por ellas. Y últimamente sé de deshacerme de aprehensiones. Es que hay cosas que terminan por cambiarla a una. Procesos que a veces se dan con rapidez, y otras, que son lentos e imperceptibles, pero que una vez terminados generan toda una metamorfosis imposible de revertir. 

Yo sé que he cambiado. Me doy cuenta cada mañana cuando me levanto y pienso en mi día. Y no se ve como antes, aunque son las mismas actividades de antes. Fue un cambio lento, apresurado por la borágine de mi vida en los últimos tres meses. Sin duda alguna el jugar a ser candidata me hizo transmutar. 

Lo peor es que no extraño ni un poquito a esa otra yo. Más inocente ella, menos desconfiada. Y no a extraño nada de nada. Menos resuelta, bastante más tímida. Y no la extraño ni siquiera un poquitín. 

Es más, hoy tengo la certeza de la necesidad de ampliar este cambio a mi entorno. Es que cuando una cambia no pude seguir inserto en el mismo mundo. O tu entorno cambia contigo o cambias al entorno. Con los niños no es dificil, ellos se adaptan bien a los cambios. Con el resto del entorno se vuelve más complejo. En algunos casos he decidido, de golpe y porrazo, cambiarlos por elementos que aporten más a mi vida. En otros, hago el intento por ayudarles a adaptarse al cambio. 

En este lado de mi vida hay nuevos roles, nuevas caras, nuevos desafíos. Los tomo con humor, con alegría, con fuerza, con paz.

noviembre 21, 2013

Ensoñaciones

Siento tu mano meterse bajo mi blusa y acariciar mi espalda.

Primero mi cintura y subiendo por ella, para terminar con una suave caricia en mi nuca, mientras afirmas mi cara y la acercas a tu boca. 

Tu boca, esa boca. No existe otra boca que importe más en este instante que esa boca que se acerca a mi cara, mientras tus dedos sostienen suavemente mi cara, masajeando mi nuca. 

Yo cierro mis ojos y me abandono al placer de las caricias simples. ¿Nunca sentiste el placer de saberte acariciado con la intención única de sostener la mano sobre un cuerpo que recibe el calor de la caricia? Libre de culpas, libre de intenciones, libre de deseos, caricia simple y pura. Como esos abrazos de consuelo cuando estás triste. 

Es que resulta difícil no transformarse en gato cuando tus dedos se meten en mi pelo y acarician mi cabeza con simpleza. Y entonces, el sueño se apodera de todo, lo inunda todo, lo oscurece todo. Y despierto en medio de la noche, sin caricias, sin compañía, sin miedos, sin relajo. Y entonces no recuerdo si ese instante ocurrió o no fue más que una mala jugada de mi memoria.