Mucho que decir
Mucho tengo que decir en esta intervención. Pedro Luis sigue en Santiago y su ausencia se vuelve a ratos más imponente de lo que pensé que sería. Él es como mi complemento, mi cable a tierra, mi nexo con mi mundo interior, mi pasaje a la evolución, la persona que me convence de que ciertos caminos son correctos y que vale la pena recorrerlos. Cuando me oigo hablar de él es cuando entiendo por qué luego nadie me cree que nunca ha pasado nada, que somos sólo amigos. Claro está, creo que a estas alturas no somos sólo amigos, comos “compañeros” en el real y completo sentido de la palabra y no con la pretensión que usan los comunistas, esa donde el “compañero” es más bien un vocablo práctico utilizado a modo de muletilla y herramienta de olvidadizos dirigentes que no recuerdan el nombre ni de sus secretarios. Es lo que tengo que decir respecto de Pedro Luis.
Anoche pasamos en una fugaz visita por casa de Vilti. Íbamos a decirle a NN que lo acompañábamos hoy a la peluquería, que lo llevaremos donde nuestro peluquero favorito y que iremos con él para evitarle ciertos “joteos” que de seguro le importunarían. Una visita extraña la de anoche, en la que todas andábamos muy desordenadas. Creo que el efecto de los canapés de camarones que habíamos comido Pepe y yo, unidos a los pastelitos a los que se nos unió Zuly (andábamos en un cóctel) tuvieron efectos inesperados. Le robé un anillo a Pepe, que luego, cuando llegamos a casa, me fue arrebatado a punta de extorsiones, presiones sicológicas y apremios físicos (me quería torturar con cosquillas, pero creo que ya no soy tan cosquillosa). La tribu está en mejor pie, salvo por el detalle del autoexilio de K… pucha que la extrañamos. Deberías darte un tiempecito y hacerte parte de nuestros ritos de reunión, que en realidad consisten sólo en conversar de cosas irrelevantes, pero que en verdad tienen más peso del que se ve. Angelito vino a quedarse y, nuevamente, me destapó toda la noche y me hizo llegar tarde al gimnasio, porque se da muchas vueltas antes de salir de casita.
Y yo. Yo creo que hoy estoy muy bien. Las clases de pilates me dejan energizada y aunque quisiera estás más acompañada (justo hoy se me antoja compañía que no tengo), tantas cosas en el día me hacen olvidar un poco la nostalgia. Pero la nostalgia es nostalgia y en ocasiones se le ocurre volver y llenarlo todo. No importa el nombre que tenga, siempre extraño a alguien que no sé bien quien es. Quizás las cosas sean como dice NN antes de su corte de pelo, que él espera a Dalila (por lo de sansón) y que Dalila no llega. ¿A quién me tocará esperar esta noche, sin encontrar en la puerta más que a mi perro cansado, chascón y sucio de tanta vida?
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