abril 13, 2005

Disociación Corporal

Cuando estaba en la U participé en un grupo de teatro. Nos juntábamos en un ático que nos prestaban por las noches, así que llamamos al grupo por ese nombre “Ático”. Buenos tiempos los del teatro en los que aprendí disciplina, aprendí a amar lo que hago y hacer lo que quiero, y aprendí eso de la disociación corporal.

Ese término es más bien técnico y se refiere a la capacidad de manejar tu cuerpo a tal punto que puedes mover las partes de él indiscriminadamente, por separado. Así, puedes llegar a niveles de expresión corporal de mayor calidad.

Sin embargo, el tiempo me enseñó que lo de la disociación corporal se refería más bien a la capacidad de disociar tu cuerpo de tu mente y de tus sentimientos, de modo tal que puedas trabajar esas distintas esferas sin que se mezclen. Una idea difícil de alcanzar, considerando que en este mundo todos tendemos a confundir las cosas.

Pedro Luis y yo aplicamos eso de la disociación. Él y yo somos muy buenos amigos, él pertenece a las pocas personas a las que me permito abrazar y acariciar (entiéndase caricias amistosas, libres de cualquier visión libidinosa del asunto). Muchos piensan que somos algo más, pero ya dimos por superado el tema y hasta nos permitimos bromear con eso, estado que nos da sólo la confianza que hemos llegado a cultivar.

Admito que alguna vez me interesó Pedro Luis en un sentido más romántico o más sexual, pero fue hace mucho, antes de conocerlo, antes de empezar nuestro trabajo en el Movimiento Humanista.

Algo parecido me ocurre con Vilti. Él piensa que es mi intención subirle el ego, pero creo que no ha leído bien el mensaje. No es mi intención bajarle el perfil a su persona, porque es una bella persona, pero cuando digo que él me devuelve la esperanza no me refiero precisamente a que él haga algo para devolverla. No, se trata sólo de un tema circunstancial y que se refiere más bien a otra persona. Finalmente, el piropo va para Cristóbal con su sonrisa amplia y siempre dispuesto a acogerme. Vilti tiene ojos similares a Cristóbal y por eso, por una circunstancia, puedo pensar que me queda una esperanza, que podría encontrar a otro Cristóbal en mi vida. Pero esos ojos pude verlos en Vilti como en cualquier otro y yo lo tengo claro.

A ratos me parece que esto de aprender a disociarme corporalmente me causa una disociación social también. Es que al poder hacerlo, no entro en lo socialmente aceptado, en lo normal. Si consideramos normal lo que todo el mundo hace y que por repetición se vuelve socialmente aceptado, entonces yo no soy normal. Por eso siempre digo que estoy algo loca. Lo de la disociación es un ejemplo más. La gente no logra entender que una pueda acariciar a otro sin ningún dejo de morbosidad, sólo por placer de sentir al otro. Pronto el resto y el acariciado piensan que una tiene otras intenciones. Eso me llevó a reprimir mi capacidad de cariño. Hoy me cuesta mucho dejarme acariciar y acariciar a otro. Hoy eso es un regalo guardado sólo para aquellos que me inspiran mucha confianza, a aquellos que siento no vulnerarán mi persona. Se trata sólo de eso, sin otras intenciones, sin otros sentimientos, sin ningún grado de deseo.


Mía

1 Comments:

Blogger FORLACK said...

Cuando niña o joven, haz de haber escrito más de alguna vez en algo similar a un diario de vida ¿no?... ¿esperabas que alguien lo leyese más que tú?.. no lo creo.

Mi blog era con esa intención.

1:21 p.m.  

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