Ataque de Nostalgia
No sé porqué tengo un ataque de nostalgia. Nostalgia de todo. Anoche, luego de dejar a NN sin pelo en casa de Vilti, no quería venirme a casa. No tenía ganas de encerrarme, sola, en mi pieza. Anoche tenía una necesidad enorme de compañía. ¿Por qué esos ataques de nostalgia siempre me viene cuando no tengo quien cubra esas necesidades?
Tal era mi ataque de nostalgia que estuve tentada de llamar a Cara de Sapo (mi último ex… llamado así por unos amigos, nombre que luego atravesó toda la Tribu), porque como ahora tengo teléfono en la pieza (lo pusieron ayer), recordé la de veces que quería hablar por teléfono con él, o mejor dicho, que él quería hablar conmigo en mitad de la noche, y no se podía porque yo hablaba en el pasillo de mi casa, muerta de frío. Y ahora que puedo hablar en la tranquilidad de mi pieza, con el abrigo de mis frazadas, en la comodidad de mi cama de una plaza capaz de recibir a la Tribu en pleno más Vilti y NN, ahora no tengo a quien llamar por teléfono.
Estoy sumida en un ataque de nostalgia. No tengo idea de donde viene, sólo sé que está aquí. Ni las reuniones partidistas, ni mis visitas a la Seremi de Salud por los proyectos de VIH, ni las visitas sociales logran disipar esa nostalgia que se ubicó como un nudito en mi garganta, pequeñito, pero siempre ahí. Es además como una burbuja metida en mi pecho, que a ratos parece inflarse y a ratos parece desaparecer, sólo que al final no desaparece y sigue ahí.
En estos ataques me da por extrañar a personas que ni conozco. ¿Nunca extrañaron a una presencia invisible, como si a ratos, cuando te acuestas, pudieses sentir un cuerpo invisible a tu lado, una mano que cuando estás dormida, acaricia tu pelo de la única forma en que te gusta que la acaricien, de esa forma que nunca ninguno de los que tocaron tu pelo ha descubierto? Cuando siento esa presencia, me pregunto si ya conoceré a ese “alguien” o si aún no pasa por aquí. También me preguntó si él estará acariciando una cabeza invisible y sintiendo el calor de un cuerpo que todavía no logra abrazar.
En ataques de nostalgia como éste es que reacuerdo de Cristóbal… y de Cara de Sapo… y del Energúmeno… y del Sicópata… y ninguno de ellos tiene características malas, todos serían perfectos para mí en ataques de nostalgia como estos. Tantos sobrenombres para esos muchachos que compartieron mi vida y que fueron en su momento trascendentalmente importantes. Claro está, siempre Cristóbal está a la cabeza de la lista. Siempre él, aunque a estas alturas dudo que el Cristóbal que recorre calles tocopillanas y comparte departamento con una mujer de la que no sé el nombre, sea el mío. No, el mío es más bien inexistente, una imagen creada bajo el alero de mi imaginario personal, uno al que no se puede besar por las noches, ni abrazar por las mañanas. En ataques de nostalgia como este, hasta el brasileño tontorrón, con sus inseguridades y sus negativas, estaría bien para amainar por una noche mi necesidad de cariño.
¡Dios, que llorona que me he puesto! Mejor y dejo este blog para otra ocasión, porque capaz y termino llorando y tengo que ir a dejar unos papeles de mi mamá al centro. Nos veremos mañana… de seguro igual de sola y nostálgica que hoy…
Mía
1 Comments:
muchas veces tb me siento asi.. aun teniendo un buen hombre a mi lado... igual me consume la nostalgia.. y es qué no se que me falta, puede que sea mal agradecida con la vida y las cosas que me ha dado? pero bueno esto tendra que pasar algun dia no? ojala encuentres pronto lo que tu alma tanto busca ... mucha suerte¡¡¡
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